El tiempo de vida útil de los productos hortofrutícolas y carnicos en general,  así como la calidad de los mismos, se encuentra directamente relacionado con la temperatura a la cual han estado sometidos en los diferentes puntos de la cadena.

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Por tanto y para que un producto con naturaleza perecedera llegue en las mejores condiciones de calidad hasta el consumidor, es imprescindible que se respeten y se controlen las temperaturas a lo largo de toda la cadena de distribución, desde el envasado hasta el punto de venta final.

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Asimismo, el sector farmacéutico y bio-sanitario los cuales habitualmente utilizan productos que requieren un control exaustivo de las temperaturas a las que han sido sometidos, necesitan determinar si dichos productos son aptos para su utilización y si estos no han perdido o degradado sus propiedades por haber sufrido una rotura en la cadena de frío.